Resulta habitual menospreciar la literatura deportiva y, sobre todo, la futbolística. Relegada o subvalorada, igual que una rama menor de un árbol fabuloso y próspero, como si aquellos que la revelan o exhiben solo fueran capaces de navegar en letras menores. Como si aquellos que eligen entregarse al “repudiable” arte de escribir sobre fútbol lo hicieran limitados por los fragores y alborotos propios de su práctica, condicionados por la falta de oxígeno tras el extenuante esfuerzo. Los relatos que forman parte de esta selección no requieren, para ser leídos, disfrutados o curioseados, de conocimientos técnicos ni sabiduría futbolística, sino, únicamente, de haber vivido. Algunas historias atraviesan el tema, pero la mayoría son tangenciales o laterales al mismo. Esta selección fue inspirada en héroes amateurs, en ídolos de cabotaje, alejados de la fama y las fortunas que rodean al profesionalismo. Ninguno de ellos ha tenido o tendrá más fama que la que derive de alguna conversación de amigos comiendo un asado, o la que provenga de la lectura de este libro.